Aniversario (y II)

Hace ahora ocho meses adquirí una larga y grave enfermedad. Aparte de un tratamiento complejo y un régimen de vida estricto en el que se incluyen frecuentes visitas al hospital y sin tener una idea demasiado concreta de cómo puede terminar todo, mi estado de ánimo ha sufrido un bajón considerable lo que ha hecho que mi esclavitud haya ido pasando a un segundo plano, no por deseo mío o de mi Amo, sino por obligación imperiosa. Mi Amo y yo hemos tratado de seguir adelante y seguros ambos de que, pese a todas las dificultades, deseábamos seguir, ha continuado sometiéndome con órdenes que no fuesen perjudiciales para mi salud, con controles que no supusieran un exagerado esfuerzo e imponiéndome una serie de normas, tanto en el comportamiento habitual como en el vestir o en otros aspectos de mi vida diaria para manterner en mí ese sometimiento que a su vez le confirmase como mi Amo y mi Señor.
Pero el porvenir no es muy halagüeño. Basamos nuestra esperanza y nuestro objetivo en el día que supere mi enfermedad. Entonces, nos decimos, nos dedicaremos a recorrer ese camino que ahora no podemos y me convertirá definitivamente en la perra obediente y fiel que quiere que sea. Lo malo es que ni yo misma sé si algún día seré capaz de superar mi enfermedad o si, por el contrario, todo es un sueño que no va a convertirse en realidad. Y mientras tanto, nos mantenemos bajo mínimos sin querer o sin saber reconocer lo que, probablemente, es la realidad.
Hay tardes en las que me siento ante el ordenador dispuesta a conectar mi Messenger y me doy cuenta de que no voy a causar más que una molestia a mi Amo porque no tengo nada que ofrecerle y porque no es justo que le obligue a mantener una conversación conmigo cuando seguramente tendrá cosas mucho más importantes o interesantes que hacer. Entonces, me levanto de mi silla y me dedico a pensar en esas ilusiones y en esos proyectos que ahora quedan tan lejos.
Esos son los sentimientos que me embargan hoy, cuando se cumplen tres años del día en el que se me ocurrió meterme en este mundo apasionante y distinto. Satisfacción y tristeza. Y una certeza triple: Que no me rendiré fácilmente, que pase lo que pase siempre me consideraré esclava de mi Amo, aunque ni siquiera sea ya esclava y que jamás tendré otro Amo.