miércoles, noviembre 04, 2009

La moral de una esclava


Muchas veces me he preguntado a mí misma si a una esclava se le puede considerar una chica normal que simplemente se somete de manera voluntaria a otra persona o debería tachársela de procaz, desvergonzada o fácil. Si para ser esclava hay que ser excesivamente desinhibida o falta de prejuicios o de moral.
Una esclava debe permanecer buena parte del día completamente desnuda, delante de su Amo y de todas aquellas personas que su Amo disponga, debe de llevar un collar y una marca bien visibles y puede ser exhibida de esa forma si es deseo de su Señor. Una esclava tiene que practicar sexo, quiera o no, no sólo con su Amo cuando éste quiere sino con toda persona que su Amo decida. Es normal que una esclava tenga que vestir provocativamente, oír toda clase de insultos y humillaciones y que todo el mundo, salvo su propio Amo y un puñado de personas más, la consideren una zorra o, peor aún, una puta.
No quisiera que al hilo de este comentario nadie pensara que estoy haciendo una crítica de la esclavitud dentro del BDSM. Se trata solamente de una reflexión en horas bajas y la mayor parte de la gente que lee este blog sabe mi manera de pensar y de comportarme o que he sido esclava desde principios de 2006.
Personalmente, nunca me he sentido un bicho raro, ni mucho menos una zorra que consiente con todo y de hecho he tenido más sexo antes de ser esclava que después. Tampoco me he sentido una extraterrestre porque me guste ser azotada o humillada y si he de ser sincera mi gran sueño hubiera sido llegar a ser una esclava total y completa, sometida y controlada al cien por cien todas las horas del día durante todos los días del año. Tal vez si las cosas hubieran sucedido de otra forma lo sería en este momento.
Pero seguramente no todo el mundo piensa igual que yo.