
He tenido dos grandes ilusiones o dos grandes sueños en mi vida. El primero, en orden cronológico, ha sido el de ser médico. Recuerdo que con siete años ya respondía así a los que me preguntaban lo que quería ser de mayor. Y se quedaban sorprendidos o pensaban que era uno de esos caprichos que se les ocurren a los niños. La mayoría de las chicas de mi entorno tampoco pensaban como yo y lo más normal era que, o bien no hubiesen decidido nada sobre su futuro o que soñaran con ser modelos famosas, actrices internacionales y algunas, incluso, amas de casa. Mi gusto era bastante raro si se tenía en cuenta que en mi familia no ha habido nunca ni un solo médico. Mi padre, mi hermano mayor y mi hermana pequeña son abogados. Mi madre es profesora, aunque no ejerce, uno de mis abuelos era también abogado y el otro tenía un comercio en su pueblo. Creo que en todos esos años ni siquiera mis padres estaban convencidos de que convertirse en médico fuera mi verdadera vocación.
En el año dos mil siete conseguí mi Licenciatura en Medicina y Cirugía a la que siguió un curso de un año en Neurología Clínica en un hospital y aprobar la oposición para conseguir una plaza MIR en esa especialidad. También empecé a preparar mi doctorado.
Mi otra gran iusión o mi otro gran sueño ha sido muy posterior en el tiempo y no tuve conciencia de él hasta el año dos mil cinco, con veintidós años. Fue entonces cuando, por diferentes circunstancias, empecé a interesarme en el mundo del BDSM. Todavía me parece paradójico que habiendo sido siempre una chica independiente, rebelde y bastante cabezota, mi deseo fuera convertirme en sumisa. Llegué a pensar que era un reto encontrar a alguien que fuera capaz de doblegarme y de dominarme.
Dentro de pocos meses hará cuatro años que encontré a esa persona. Un día, después de muchas dudas y de pensarlo demasiado envié un correo a alguien que, en un foro, decía ser un Amo dispuesto a conocer sumisas. Le pregunté si le parecía bien introducirme un poco en ese mundo, enseñarme algo, ser una especie de tutor. Me dijo que sí y ya en su primera respuesta me dio la primera lección, pues yo le había tuteado en mi correo y él me indicó que las sumisas no tutean a los Amos.
Voy a cumplir cuatro años al servicio del Amo Tarha y durante ellos he pasado por aficionada, novicia, sumisa y esclava. He cumplido órdenes de toda clase, sufrido castigos de todo género, vestido, comido, dormido y vivido como mi Amo me ha ido ordenando. todavía recuerdo con emoción el día en que celebré la ceremonia de mi pase de sumisa a esclava. Me ha faltado kahira.
Mi gran deseo era y ha sido siempre llegar a ser una esclava total, absoluta, sin ningún límite, veinticuatro horas al día, todos los días del año. Ser dominada y sometida al cien por cien de forma que no hubiera un solo resquicio en mi vida que no dependiese de mi Amo, incluyendo el derecho a trabajar en esa profesión que siempre quise tener. No tener el más mínimo derecho ni el más mínimo poder de decisión ni nada que no fuese otorgado por él, como de hecho consta en mi contrato de esclavitud y estoy convencida de que así sería ahora si la mala suerte no se hubiera cebado en mi Amo y en mí.
Hubo un día trascendental y siempre he sabido que si aquel día todo hubiera sucedido como teníamos programado hoy moraría en su mazmorra, si no de manera permanente, al menos de forma principal. Pero las cosas nunca suceden como están programadas y a un inconveniente le ocurre otro y a otro el siguiente. Mi Amo seguramente esbozaría ahora una sonrisa si le recordase cuando prácticamente fui desterrada y alejada de todo posible contacto por mantener mi relación de esclavitud.
Después, llegó mi enfermedad y aunque al principio tratamos de mantener una relación "light", poco a poco, las circunstancia demostraron que eso no era posible. Mi Señor tiene la generosidad de mantener un contacto conmigo y es esa generosidad la que mantiene mi entusiasmo por el BDSM, mi blog y tantas otras cosas. Pero la realidad es la realidad.
Mi sueño de ser médico pudo convertirse en realidad y aunque en este momento he tenido que renunciar a trabajar, estoy segura de que en un plazo razonable reiniciaré mi especialidad y comenzaré a trabajar en mi profesión.
Desgraciadamente, después de mucha obcecación he tenido que reconocer que mi sueño de ser esclava no se cumplirá nunca. Yo misma como médico sé que estaré incapacitada para ser la clase de esclava que deseo y muchos compañeros de profesión también me lo han confirmado. No quiero ser una esclava a medias ni una esclava sobre el papel y si alguna vez lo he sido se ha debido a que me hallaba recorriendo el camino para llegar a la meta. Tampoco las actuales circunstancias mejoran la situación. La vida va transcurriendo y las cosas son distintas cada día.
No quiero ocultar que ha sido muy duro llegar a esta conclusión, pero se ha visto aliviada por dos circunstancias: Una, que he sido inmensamente feliz siendo la esclava de mi Amo y que me he entregado a él en cuerpo y alma sin ninguna restricción voluntaria y otra que ahora sé que mi Amo no se queda solo porque tiene otras esclavas a las que adiestrar y someter y que le darán todas esas satisfacciones que yo no pude darle.
No quiero que nadie piense que estoy haciendo una despedida, solamente una reflexión. Voy a tratar de continuar con este blog, aunque es posible que lo varíe un poco, porque es la forma que tengo de estar en contacto con todos vosotros (dentro de poco se van a cumplir las cien mil visitas) y voy a tratar de seguir siendo esclava, aunque sólo sea en mi mente. Por eso, si mi Amo lo permite, continuaré poniendo la T de su nombre entre los corchetes tras el mío y por eso le pido que me permita considerarme esclava mentalmente, en mi interior y, acaso, en el suyo también.