jueves, agosto 09, 2007

Amo bueno, Amo malo


Amo severo o Amo condescendiente. En mi opinión, Amo severo pero Amo comprensivo. Que sepa distinguir el grano de la paja. Que sea implacable con una falta grave o consciente pero que sepa hacer la vista gorda ante un olvido sin importancia o una falta menor. Que no tolere la más mínima falta de respeto pero que sepa aceptar una broma inocente. Un Amo al que no le tiemble el pulso si tiene que castigar, empleando incluso aquellos castigos que sabe que más duelen o que más humillan pero que no lo haga arbitrariamente, sin motivo o por el simple hecho de obtener placer. Un Amo que me domine, que me someta a su gusto, que me haga sentirlo como mi Dueño pero que también acepte ser mi amigo, ése que hará cualquier esfuerzo para protegerme y para defenderme. Alguien ante quien me sienta inferior, ante el que cada vez que me voy a enfrentar perciba ese nerviosismo propio de la que sabe cuál es su sitio y cuál es el de su Amo. Un Amo que me exija comportarme como una propiedad pero que comprenda que también soy un ser humano, con sus problemas y sus obligaciones y que si un día no puedo acudir ante su presencia porque tengo que atender uno de esos compromisos ineludibles, no lo tome como una ofensa o como una indisciplina. Un Amo que me haga sentir el placer de servirle y la satisfacción de ser usada, el gusto por el dolor inflingido y por la humillación sufrida si ese dolor y esa humillación sirven para conseguir su propio placer. Alguien que no se deje influir por los lloriqueos o por las presiones de su esclava, que cuando diga blanco sea blanco y que cuando diga negro sea negro, pero que también sepa rectificar cuando sea consciente de que ha cometido un error o una injusticia. Un Amo, en fin, que me adiestre a su manera y con todos los métodos que considere oportunos, pero que me otorgue esa pizca de libertad inherente a la persona, no decisiva ni decisoria, una libertad que pueda ser anulada puntualmente cuando su criterio y mi criterio no coincidan.