martes, febrero 20, 2007

Sexualidad de una esclava



Soy esclava y como tal mi libertad personal está significativamente restringida, aunque no de una manera uniforme. No lo está, en absoluto, para algunas actividades de mi vida privada, como proseguir mis estudios o relacionarme con mi familia. En este caso es mi Amo quien me otorga un privilegio que podría revocar sin que yo estuviera en disposición de hacer nada para evitarlo. También gozo de ciertos privilegios en relación con algunos asuntos cotidianos como puede ser la convivencia con mis amigos y conocidos, pero mi libertad se haya fuertemente comprometida en lo que se refiere al control de mis movimientos, a mi forma de vestir y, sobre todo, a mi vida sexual. Es en este aspecto en el que quiero incidir hoy.

Lo hago porque no hace mucho tiempo alguien me preguntó si como esclava tenía libertad sexual. Al responderle que no, noté que se sorprendía y que era esa sorpresa la que le llevaba a querer profundizar en el asunto.

Sus siguientes preguntas, siempre hechas de forma coloquial, fueron realizadas con la intención de hacerme ver lo que él consideraba un error o lo equivocado de una decisión que no podía llevarme a otro final que al fracaso de mi felicidad. ¿Cómo es posible que una chica de veinticuatro años renuncie a llevar una vida sexual completa para sumirse ante un Amo a cambio de una recompensa difusa y poco atractiva?

Nunca he sido una chica mojigata y no he tenido más que los prejuicios naturales ante la posibilidad de un encuentro sexual. Al contrario, creo que he tenido una vida sexual libre, satisfactoria y desprovista de complejos y por eso puedo decir que no creo que la persona que hablaba conmigo fuera consciente de lo que es una relación de sumisión. Claro que hay ocasiones en que es muy difícil mantenerse fría ante situaciones donde lo deseable sería dejarse llevar, pero el sentimiento de sumisión o el placer de la esclavitud es mucho más que la aceptación de que otra persona controle o vete tu sexualidad. Es una forma de entender la vida y de saber que sólo es posible alcanzar la satisfacción a través de la que le procuras al Amo.

Me gustaría terminar este pequeño comentario dejando en el aire una pregunta, fundamentalmente dirigida a las esclavas: ¿Creéis que vale la pena someterse a un Amo y renunciar a vuestra sexualidad a cambio de una recompensa que es ese Amo quien establece?

Creo que la respuesta es obvia.