miércoles, noviembre 01, 2006

El osito de peluche


Carmelita tiene un oso de peluche que ya está viejo y feo y ha visto como sus amigas presumen de tener los suyos nuevos y cuidados, así que ha decidido pedirle uno a los Reyes Magos. Para lograrlo sabe que ha de ser buena, portarse mejor que nadie, obedecer en todo, soportar algún que otro azote de mamá, hacer las tareas que le imponga la maestra y no protestar jamás.
La noche de Reyes Carmelita está nerviosa. Se halla convencida de que ha cumplido sobradamente todas las condiciones, de que ha hecho un esfuerzo mucho mayor de lo que en ella es normal. También está segura de haber escrito la carta correctamente y de habérsela dado en mano al propio rey Melchor para que no haya ninguna posibilidad de que se pierda. Únicamente alberga el temor de que su rey preferido piense que le ha hecho su petición de una forma excesivamente exigente, que las niñas como ella no pueden exigir.
Apenas puede dormir en toda la noche. Da vueltas en la cama pero lo hace con cuidado para que los Reyes no noten que está despierta y la castiguen sin regalo. Al final, cae en un sueño profundo y cuando por fin se despierta, el sol entra ya a raudales en la habitación.
Carmelita se levanta a trompicones, llama a su madre y sin vestirse, sin cepillarse los dientes y sin, ni siquiera, pasar por el cuarto de baño, corre al salón, a ese lugar donde Sus Majestades dejan todos los años los regalos.
Pero, sorprendentemente, no hay peluche. Hay caramelos y juguetes y una muñeca pero no hay osito de peluche. Carmelita se queda inmóvil en el centro del cuarto, como si una fuerza invisible la hubiese obligado a detenerse y mira a su alrededor porque no cree que lo que ve sea la realidad. Pero lo es.
Mamá la anima, le dice que mire cuántos regalos, cuantas golosinas, qué cantidad de alegria. Carmelita mira a su madre cuando ya la primera lágrima está recorriendo su mejilla.
Algunos años después, Carmelita todavía se preguntaba porque no tuvo su oso de peluche, ése que tanto ansiaba. Por qué todas sus amigas lo tuvieron, por qué a ellas se lo regalaron sus papás sin pedirles nada a cambio, sin que tuvieran que portarse bien.
Hoy Carmela conoce la respuesta. Sabe que su esfuerzo no fue suficiente, que todo lo que había aprendido aquel año en el colegio no había sido bastante, que hubo algo que impidió el cumplimiento de su deseo, constituyéndose en un obstáculo insalvable.
Tardó mucho tiempo en olvidar su peluche, aunque nunca mas volvió a pedir otro. Después, se olvidó de los peluches y empezó a pensar en otras cosas, pero ella sabe que si aquella noche el Rey Melchor le hubiese regalado su osito de peluche, su vida habría sido completamente diferente. Lo que nunca sabrá es si hubiera sido mejor.

4 Comments:

Blogger Nuyum said...

A veces los deseos no se cumplen y quizás con el tiempo aprendemos el porque no pudo ser lo que con tanto anhelo pediamos pero a los ojos de una niña cuesta comprender y es díficil no decepcionarse y nos queda ese amargo recuerdo de lo que tanto deseamos y no pudo ser...Bonito cuento.un beso

08:19  
Blogger Princesa said...

Que pasa princesa que escribes tan triste? Espero que estes bien.
Un beso y un abrazo muy fuerte!

10:58  
Blogger Tarha said...

lo cierto es que alguna vez todos quisimos un osito y nunca lo tuvimos.
Tu Amo,Tarha.

07:09  
Blogger Silvia said...

nuyum la pena es que a veces no se comprende hasta mucho tiempo después

su zorra(aj) no estoy triste y me encuentro bien. Gracias por tus deseos

lo malo mi Amo es cuando todas las demás niñas si lo tienen y no se sabe por qué

12:40  

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