miércoles, octubre 18, 2006

Y en tan poco tiempo


Jamás hubiese creído a alguien que hubiera asegurado que en el plazo de cuatro meses iba a estar a punto de convertirme en la esclava de mi Señor. Sin duda porque empecé de cero, porque en aquella época no era más que una chica ilusionada con adoptar un estilo de vida del que únicamente sabía lo que algunos libros me habían enseñado o lo que mi propia experiencia con inofensivos juegos de cama me habían descubierto. Pero nunca había practicado la sumisión ni había tenido un Amo ni había hablado con personas expertas introducidos ya en el tema.
Entonces fue cuando encontré al que iba a ser mi Señor. Él fue quien se ofreció a ayudarme, a enseñarme, a adiestrarme, a convertirme en una perra a su servicio y en una sumisa dispuesta a avanzar cada día un paso. Todo lo que sé lo aprendí de él y así, en poco tiempo pero con la lentitud que mi Dueño me iba marcando, llegué a ser esa sumisa que tanto ansiaba.
Ahora, por fin, voy a dar el gran paso. Ahora, si él quiere y me acepta, podré sentir el inmenso orgullo de ser su esclava, de entregarle todo mi ser para que lo utilice como mejor le parezca, con la seguridad de que cualquier cosa que decida será la mejor para mí. Por todo ello y por muchas cosas más, por hablarme, por acogerme, por castigarme, por usarme, por mirarme, por reprenderme, por animarme, por cuidarme le doy las gracias, mi Amo, y le aseguro que cumpliré mi papel lo mejor que sepa para que nunca pueda sentirse defraudado de la sumisa que un día quiso ser su esclava.