domingo, octubre 22, 2006

Los amantes


Cojo tus brazos y te atraigo hacia mí hasta que te dejas caer sobre mi cuerpo con ambas manos sobre el colchón para no aplastarme. Te miro en silencio, directamente a los ojos, rompiendo esa norma que parece tan importante, y tú mantienes la mirada en los míos, sabiendo que está a punto de ocurrir. Y no es un juego, ni el cumplimiento de una orden, ni la adopción de un papel determinado ni la consecución de un derecho. Coloco los brazos alrededor de tu cuello y tiro de ti para que al fin caigas sobre mí. Y nos enredamos en el torbellino. Es una desnudez que se hace más vulnerable, se enrollan las piernas y escondes tu cabeza en mi hombro; aprovecho para morder tu piel casi hasta hacerla sangrar y me pregunto si es pasión o si es venganza. Sé que te duele pero no dices nada y entonces, empiezo a sentir tus manos. Dedos larguísimos que me recorren sin pudor, aprietan mis pechos o juegan entre las piernas, mientras los labios se juntan, los dientes muerden, las lenguas se enredan. Compartimos nuestro sudor que se va haciendo más intenso, nuestros olores, también nuestros sabores. Rodamos sin tino por la cama y tú quedas debajo, yo ahora estoy arriba. Por eso soy la que te toco, la que te recorro, la que comprueba la fuerza de tu deseo, la que dirige, por fin, después de todo el tiempo en el que has mandado tú.
Me siento a horcajadas sobre ti, tiras de mí para atraerme pero me resisto. Quiero mirarte a los ojos, saber lo que piensas, el gesto que te provoca el placer que te doy. Me muevo levemente para llenarme de ti, me muevo lentamente cuando los dos somos uno y te veo cerrar los ojos, abrirlos luego, cogerme la cabeza entre tus manos. Te doy un manotazo y empiezo a saltar sobre ti, quiero ser yo la que mande, la que te provoque ese rictus, esa rendición que te lleva a dejar los brazos sobre la cama, a renunciar a tu dominio. Grito. Grito porque estoy a punto de morir. Morir de placer o morir de angustia.
Explotas, me llenas, me derrumbo, mi cuerpo pegado al tuyo, respiramos sofocados, aún contigo en mí. Silencio.
Amo y sumisa: ni hablar. Amo y esclava: mucho menos. Ligue y zorra: acaso. Hombre y mujer: claro. Amantes.
Y qué más da.

1 Comments:

Blogger Princesa said...

Hola silvia{T}, me ha gustado ese punto rebelde y ansioso por "llevar el control" con el mismo objetivo de siempre, dar todo el placer...mmmmm
Besos cariñosos!

11:18  

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