lunes, septiembre 11, 2006

Ausencia


Percibo su ausencia en lo más profundo de mi alma, en ese lugar en el que se guardan los sentimientos más sinceros. Paseo por el cuarto que compartimos y sé que me falta algo, que nada es como ayer. Me vuelvo para mirarla y me doy cuenta de que ya no está, de que sólo puedo ver el vacío. Pronuncio su nombre sin querer comprender que no hay voz que pueda responderme.
Y me pregunto si ha sido una huída o una rendición o un hartazgo o la consecuencia absurda de un malentendido. ¿O era acaso algo meditado? Sé que nada de eso importa, que ninguna respuesta apaciguará esa soledad que me embarga, esa sensación extraña, tal vez inexplicable, que siento. Luego, entra mi Amo en la estancia y sólo con mirarle sé que también está triste, que si de él dependiera saldría en su busca para conducirla de regreso a la Mansión. Pero no lo hará porque es el Amo y el Amo no puede pedirle que regrese. Ha de ser ella la que inicie el acercamiento, la que suplique, la que se esfuerce, la que llame a la puerta. Si lo hace, el Amo me ordenará que corra a abrirla y yo le obedeceré y franquearé la entrada y le diré que pase, que entre en la casa de nuestro Dueño. Y una vez dentro, otra vez en ese cuarto que compartimos, me abrazaré a ella y le daré las gracias por ahuyentar de mí la soledad de su ausencia.
¿Lo harás, hermana?

1 Comments:

Blogger Tarha said...

Tal vez algun dia.......

00:45  

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