martes, agosto 08, 2006


Me gusta cuando estoy reunida con mis amigos y recibo un mensaje de mi Amo ordenándome realizar algún acto que pruebe mi sumisión. Entonces, leo el mensaje y salgo a cumplir sus deseos sin importarme lo que haya dejado atras, pero con cuidado de que nadie sospeche y regreso feliz de haber satisfecho a mi Señor. A veces, cuando ya me encuentro relajada porque he cumplido con mi obligación, me llega un segundo mensaje que en lo más profundo de mí misma aún espero y me las ingenio para abandonar la reunión otra vez, para poner una excusa que posiblemente nadie cree, porque no puedo decir que no, porque no quiero decir que no. Y a lo mejor regreso satisfecha porque he alcanzado el éxtasis o temerosa porque no llevo ropa interior o divertida porque he hecho alguna cosa que para cualquiera sería disparatada pero que para mí es fundamental y de obligado cumplimiento. Al fin y al cabo, pertenezco a mi Amo y mi Amo es quien dice lo que tengo y lo que no tengo que hacer.